Si hay una fuerza en este mundo que no respeta a nadie, que no tiene piedad y que actúa con la precisión de un francotirador hijoputa, esa es la lluvia que decide caer JUSTO cuando sales de casa.
No importa cuánto mires la previsión del tiempo. Si pone sol, llueve. Si pone 0% de precipitaciones, llueve. Si pone que va a llover todo el día, esperará a que entres a casa para parar. Es una ley universal. La lluvia no sigue patrones meteorológicos, sigue el ritmo de tu puta vida y actúa con la única misión de joderte.
Te pasas la mañana mirando por la ventana. Todo seco, todo despejado. Decides confiar en el destino, sales sin paraguas y BAM, en cuanto pones un pie fuera, empieza a caer agua como si hubieras activado un puto interruptor. Ni un minuto antes, ni un minuto después. Justo cuando es demasiado tarde para volver a por el paraguas sin parecer un subnormal.
Y lo peor es que no llueve fuerte de golpe. No, primero te da falsas esperanzas. Empieza con cuatro gotas, lo suficiente para que dudes, para que pienses “bueno, igual no es para tanto”. Sigues caminando, y de repente te cae encima un puto tsunami en versión portátil.
Si llevas paraguas, no llueve con ganas hasta que ya estás empapado. Si no lo llevas, la tormenta se desata en cuanto llegas al punto de no retorno, cuando ya da igual lo que hagas porque vas a acabar calado hasta los putos huesos.
Y ni hablemos de la lluvia traicionera, esa que te da un minuto de tregua para que bajes la guardia y luego vuelve con más fuerza cuando estás en mitad de la calle sin posibilidad de refugio. La lluvia tiene un sentido del humor cruel y un timing perfecto para tocarte los cojones.
Pero lo que realmente demuestra que la lluvia es una hija de la gran puta es cuando llevas todo el día mojado, encabronado, aguantando el frío… y en cuanto entras a tu casa, para. El cielo se despeja, sale el sol, los pajaritos cantan y todo vuelve a la normalidad.
Ahí es cuando entiendes que esto no es coincidencia. Es personal. La lluvia te odia y disfruta jodiéndote la existencia. Y la próxima vez que salgas sin paraguas, estará esperando, acechando, lista para caer en el puto momento perfecto para arruinarte el día.