Es hora de hablar del mayor enigma sin resolver de la humanidad. No, no es el Triángulo de las Bermudas, ni la identidad de Jack el Destripador. Es algo mucho más jodido, un fenómeno que nos afecta a todos en silencio, día tras día: los calcetines que desaparecen en la lavadora.
Vamos a ver, ¿dónde cojones van? Metes un par, dos calcetines perfectamente emparejados, confiando en que van a salir juntos, porque así funciona el puto universo. Pero no. Al abrir la lavadora, el destino te escupe en la cara: uno ha desaparecido, como si hubiera sido abducido por alienígenas especializados en prendas de algodón.
Algunas mentes perturbadas afirman que las lavadoras están conectadas a un universo paralelo, donde los calcetines van a vivir su mejor vida sin ataduras ni pares opresores. Un mundo donde pueden ser libres, ondeando al viento como banderas de independencia textil. Otros, más inclinados a la ciencia ficción, aseguran que las lavadoras han desarrollado conciencia propia y se alimentan de calcetines como sacrificio ritual para seguir funcionando.
También está la teoría de los duendes domésticos, esos pequeños seres maliciosos que se esconden en las tuberías, esperando el momento exacto para raptar calcetines. Porque, vamos a ser sinceros, nadie ha visto nunca un duende, pero tampoco hemos visto dónde coño van los calcetines. Y por supuesto, no podemos olvidar la posibilidad de que esto sea un plan de las grandes marcas para que compremos más. Porque claro, ¿quién en su sano juicio va a andar con un calcetín desparejado? Ahí estás tú, víctima de la moda, volviendo al Primark a comprar más packs de seis, atrapado en un ciclo sin fin de desapariciones inexplicables.
Sea como sea, este misterio nos acecha a todos. No importa cuántos calcetines tengas, siempre acabarás con una puta montaña de huérfanos, cada uno con la esperanza de reencontrarse con su gemelo perdido. Pero no lo hará. Nunca lo hará. Porque la lavadora es un agujero negro sin alma, una máquina de caos disfrazada de electrodoméstico inofensivo.
Si alguna vez logras resolver este enigma, por favor, comparte tu hallazgo con el mundo. Hasta entonces, sigamos llorando a nuestros calcetines caídos y preparémonos para la inevitable desaparición de otro más en el próximo lavado.