Vale, vamos por partes, como diría Jack el Destripador… pero esta vez con un extraterrestre que aterriza en la Tierra con la misión de exterminar a la humanidad y, tras un par de capítulos, se da cuenta de que probablemente nos lo merecemos. Resident Alien es una de esas series que te pillan por sorpresa: parece una marcianada (literalmente), pero lo que esconde debajo del disfraz es oro puro… y mucho veneno.
El protagonista, Harry, es un alienígena con cara de “he visto cosas que no creeríais” y cuerpo de médico forense en un pueblucho de Colorado, donde el alcohol es barato, la gente es más rara que un perro verde, y los secretos salen a la luz más rápido que los vídeos de tías haciendo sentadillas en TikTok. Alan Tudyk, el actor que da vida a esta criatura con cero habilidades sociales y una mirada de “te voy a destripar con un bisturí oxidado”, está absolutamente brillante. De hecho, da asco lo bien que lo hace.
La serie es una comedia negra con toques de ciencia ficción, crimen, drama, y una crítica a la estupidez humana tan fina como un bisturí afilado… o tan burda como un chiste de pedos, según le venga en gana. Y funciona. Porque Resident Alien se ríe de todo: de nosotros, de nuestras costumbres absurdas, de nuestras creencias, de la política, de la policía, del pueblo llano y del urbanita cultureta. Y lo hace con una elegancia que ni una colleja dada con guante blanco.
¿Que tiene momentos lentos? Sí. ¿Que a veces te preguntas “pero qué coño estoy viendo”? También. ¿Que te acabas encariñando con un alien genocida más que con tus propios amigos? Sin duda. Pero es que ahí está la puta magia. La serie tiene alma. No va de salvar el mundo ni de liarse con adolescentes en el instituto. Va de un bicho que odia a los humanos, pero acaba descubriendo que incluso los más gilipollas pueden tener algo de humanidad. Y tú, mientras tanto, te meas de la risa.
Veredicto final: Una joya camuflada de frikada.
Resident Alien es como si ET se hubiese pasado al lado oscuro, hubiese estudiado medicina forense y se hubiese enganchado al sarcasmo como a la nicotina. Rara, brillante y puñetera. Si no la ves, probablemente eres el tipo de humano al que Harry sí querría aniquilar. Y con razón.