Si has llegado hasta aquí, es porque tienes algo que decirme. Puede ser un insulto, una amenaza velada, una propuesta indecente o incluso (cosa rara) un mensaje interesante. No prometo contestar, pero sí leerlo con una ceja levantada y un café bien cargado en la otra mano.
¿De qué puedes hablarme? Si vienes a llorar, te paso un clínex. Si vienes a rajar, bienvenido al club. Si vienes con una idea brillante, sorpréndeme. Si vienes a perder el tiempo, adelante, pero no esperes que lo pierda contigo.
Rellena el maldito formulario y dale a enviar.