El universo está lleno de misterios inexplicables. Las pirámides de Egipto, los agujeros negros, el tráfico de la M-30 a las 7 de la mañana… y los putos cereales que se niegan a hundirse en la leche. Porque sí, esto es un fenómeno que desafía todas las leyes de la lógica y la física. Tú los echas en el tazón esperando que se mojen y se mezclen bien, pero no, ahí están, flotando como si fueran náufragos en un mar blanco de desesperación.
Y lo peor es que no flotan de cualquier manera. Se agrupan. Como si fueran un jodido colectivo organizado, como si supieran que juntos son más fuertes. Tú intentas hundirlos con la cuchara y ellos vuelven a la superficie en cuanto la sueltas, como si hubieras intentado ahogar a un ejército de pequeños socorristas.
Da igual la marca, da igual el tipo. Chocapic, Corn Flakes, Estrellitas, lo que sea. Siempre hay un porcentaje de cereales que decide que su lugar no es el fondo del tazón, sino la puta estratosfera láctea. Y luego, cuando por fin los consigues sumergir, o vuelven a subir o se empapan en un segundo y se convierten en una pasta asquerosa.
Pero lo peor de todo es que, mientras algunos cereales se creen Jesucristo caminando sobre la leche, otros se hunden de inmediato, sin posibilidad de rescate. No hay término medio. O flotas como un campeón olímpico o te vas al fondo como una piedra.
Esto es algo que la ciencia debería estar investigando. ¿Por qué pasan estas cosas? ¿Hay una mafia dentro de los cereales que decide quién flota y quién se hunde? ¿Nos están ocultando la verdad sobre la estructura molecular del Chocapic?
Lo único que sé es que cada mañana, cuando echo cereales en el tazón y veo que siguen flotando como si fueran los dueños del desayuno, me hierve la puta sangre. Porque lo único que quiero es un desayuno decente, no una batalla de resistencia entre el cereal y la leche.