El cliente NO siempre tiene la razón (y a veces es gilipollas)

Esta frase debería estar tatuada en la frente de todos los que curramos de cara al público. Porque no tío, el cliente no siempre tiene la razón. A veces viene con una empanada mental del tamaño de Cuenca, te pide una taza con una foto que parece sacada de un Nokia de 2004 y luego se queja de que la resolución no es “Full HD”. Claro, señora, y yo tengo en el trastero la impresora de Pixar.

El cliente a veces cree que el proceso creativo se hace con magia, que tú haces “chas” y te sale un regalo personalizado digno de película de Disney. No importa que le expliques que el diseño lleva trabajo, que el tiempo de personalización existe, que los materiales no crecen en los árboles. No. Él vio en TikTok que se hace en 30 segundos y si tú tardas más, eres un vago. Y lo peor: si algo no le gusta, la culpa es tuya, aunque él haya enviado el texto mal escrito. “No lleva tilde, ¿no ves?”. Pues no, no lo vi, porque ni Dios entiende esa foto borrosa que me mandaste por WhatsApp a las dos de la mañana.

Y luego están los que vienen con exigencias absurdas: “Quiero una taza que diga «Te quiero» pero que no sea muy cursi, que tenga un unicornio pero que no parezca infantil, y que sea minimalista pero colorida”. ¿Quieres algo más? ¿Que te la entregue Elsa de Frozen mientras canta? Vete a cagar, María Teresa.

El cliente a veces quiere que le bailes, le sonrías y le regales el trabajo. Porque como “te está haciendo publicidad”, se cree con derecho a pedir rebaja. Pues no, alma de cántaro, que esto no es Wallapop. Esto es un curro de verdad, con horas de diseño, con costes, con facturas (¡ay, las putas facturas!) y con ganas de mandar a paseo a más de uno.

¿Que hay clientes maravillosos? Claro. Los hay que te dicen “haz lo que tú veas”, que valoran tu trabajo, que recomiendan tu tienda sin pedir nada a cambio. A esos les harías una camiseta o una taza gratis solo por lo majos que son. Pero el resto, los que vienen con la soberbia en la mochila, los que se creen que por pagar 15€ son tus jefes… A esos habría que darles una palmadita en la espalda… con un bate.

Así que no, el cliente no siempre tiene la razón. A veces no tiene ni puta idea. Y está bien decirlo. Porque callarse y sonreír como si nada te quita años de vida. Y yo, sinceramente, prefiero perder un pedido que perder la dignidad.