El Jardinero: Van Damme y el arte de hacer el ridículo con tijeras de podar

El Jardinero, la última “joyita” de Jean-Claude Van Damme, es como si alguien mezclara una peli de espías, una comedia familiar francesa y un anuncio de fertilizante… y luego se le olvidara qué coño quería contar. ¿Van Damme haciendo de jardinero asesino? Sí, amigo. Es tan absurdo como suena, y no en el buen sentido.

La historia arranca con una familia que está en el punto de mira de una lista negra del gobierno, porque sí, porque en Francia también saben escribir guiones con los pies. Y cuando todo se va al garete, aparece él: Léo, el jardinero más letal desde Edward Manostijeras, pero con abdominales de hace 30 años y una mirada que dice “necesito pagar la hipoteca”. Spoiler: no hay plantas que sobrevivan a esta peli. Ni neuronas tampoco.

Van Damme va por la vida cortando setos y repartiendo hostias con una solemnidad que da risa… hasta que da pena. El hombre lo intenta, no se lo niego, pero el guión es tan plano que ni con un machete belga levanta el ánimo. Hay diálogos que parecen escritos por un robot con trauma infantil, chistes que no hacen gracia ni a un borracho en Nochevieja, y escenas de acción rodadas como si las dirigiera tu tío con parkinson desde un dron low-cost.

La música no acompaña, los secundarios sobreactúan como si estuvieran en La que se avecina versión clandestina, y el ritmo es tan irregular que a ratos parece que estás viendo El jardinero fiel, pero sin drama, sin trama y sin ganas. Que se supone que es comedia, pero yo me he reído más viendo lgún telediario.

Eso sí, si eres fan de Van Damme y te da igual todo, te puedes tragar esto como quien se come una pizza recalentada a las tres de la mañana: mal, pero con resignación. Porque El Jardinero no es cine, es un meme con presupuesto. Y aun así, está arrasando en Prime Video. Lo cual dice mucho de la peli… y poco de nosotros.

Así que ya sabes: si te va el humor rancio, las escenas de acción geriátrica y los guiones que parecen escritos durante una siesta, dale al play. Si no, coge una pala y entiérrala bien hondo, junto con el recuerdo de que Van Damme alguna vez fue el puto amo.