Lavaderos automáticos: el chapuzón exprés para tu coche que a veces sale rana

Hoy toca hablar de esos templos de la pereza moderna: los lavaderos automáticos de coches. ¿Un milagro de la tecnología o una trampa de cepillos demoníacos donde solo los valientes dejan entrar a su chiquitín de cuatro ruedas?

Primero, visualiza el plan: metes el coche en una cueva mecánica, te quedas sentadito y relajado mientras una máquina le da un meneo con más espuma que una noche de fiesta en Ibiza. Sales de ahí con el coche tan brillante que casi necesitas gafas de sol para mirarlo. Suena de puta madre, ¿no? Pero, ¿es realmente todo tan bonito?

Aquí va la movida: esos cepillos que giran como locos pueden ser más abrasivos que tu suegra criticando cómo aparcas. Hay quien dice que cada sesión es un rasguño nuevo en la pintura, un souvenir de ese viaje express al que sometes a tu coche. ¿Y sabes qué? No todos los lavaderos son iguales. Algunos son más cutres que una peli de serie B, dejando tu coche más rallado que una mesa de DJ.

Pero, ojo, que no todo es malo. La conveniencia es un puntazo. En este mundo loco donde el tiempo es oro (y a veces ni eso), tener tu coche listo sin mover un dedo es un alivio. Es el equivalente automovilístico a comprar la cena en un McAuto porque no te apetece cocinar después de currar como un cabrón todo el día.

Vamos al grano con el coste. Claro que mola no tener que desenfundar la manguera y el cubo, pero ¿te has parado a pensar lo que te soplan por estos meneos mecánicos a lo largo del año? Quizás te convenga más pagarle a alguien que te mime el coche a mano o, si te sientes valiente, hacerlo tú mismo. Que sí, que da pereza, pero al menos no acabarás con la pintura del coche hecha un cuadro.

Así que ahí lo tienes: los lavaderos automáticos son como esa comida rápida que te salva la vida cuando estás hasta arriba, pero no para meterle mano a tu carro día sí y día también. Porque, seamos sinceros, a veces lo barato sale caro y acabas con la pintura del coche llorando por una caricia menos agresiva. Recuerda, no dejes que tu coche sufra más que un luchador de WWE en un ring si no es necesario. ¡A cuidarse y a cuidar esas máquinas de correr!