Vas caminando tranquilo, con la mente en tus cosas, y de repente te cruzas con alguien que va solo, riéndose como si acabara de escuchar el mejor chiste de su vida. Pero no hay nadie a su lado, no hay ningún contexto visible que justifique la risa. Solo ellos, su carcajada y un aire de misterio que te deja completamente desconcertado.
Lo primero que piensas es “¿está hablando por el móvil?” Porque claro, hoy en día con los auriculares inalámbricos, ya no sabes quién está teniendo una conversación y quién está directamente loco. Pero no, miras bien y no hay teléfono, no hay manos libres, no hay nada. Solo un cabrón que va caminando y partiéndose el culo como si estuviera en un monólogo privado.
Luego viene la segunda teoría: “igual se ha acordado de algo gracioso.” Vale, puede pasar. Todos hemos recordado alguna anécdota ridícula y se nos ha escapado una sonrisilla. Pero no es lo mismo una sonrisa discreta que ir por la calle a carcajada limpia, como si hubieras descubierto el mejor meme de la historia.
Y lo peor es cuando no solo se ríen, sino que también gesticulan. Que van ahí, entre risas, moviendo la cabeza, como si estuvieran teniendo una conversación con su propio cerebro. Ahí ya el nivel de inquietud sube. Porque una carcajada aislada puede ser casualidad, pero si hay diálogo interno con gestos incluidos, la cosa ya empieza a parecer una peli de terror psicológico.
Y lo más gracioso es que estas personas parecen no ser conscientes de que hay gente a su alrededor. Van tan metidos en su rollo que ni siquiera notan que los demás los estamos mirando con cara de “¿qué cojones pasa aquí?”. Y claro, tú te quedas con la duda. ¿De qué se están riendo? ¿Qué ha sido tan jodidamente gracioso como para soltar semejante carcajada en plena calle, sin pudor ni contexto aparente? ¿Dónde está el puto chiste y por qué no nos lo cuentan?
Y lo mejor es que, cuando te los cruzas de frente, tú mismo acabas sintiéndote incómodo. No sabes si evitar la mirada, si reírte también por simpatía o si directamente cambiarte de acera por si la risa es solo el principio de algo más turbio. Porque claro, en un mundo donde casi nadie sonríe en público, alguien riéndose solo da bastante más miedo que alguien cabreado.
Así que la próxima vez que veas a un cabrón partiéndose el culo por la calle sin motivo aparente, piensa en esto: o ha recordado el mejor chiste de su vida, o se está riendo de ti sin que lo sepas. Y ninguna de las dos opciones te va a dejar tranquilo.