Grupos de WhatsApp en las guarderías: un viaje sin retorno

Si alguna vez has estado en un grupo de WhatsApp de padres de la guardería, enhorabuena, ya has vivido la experiencia más intensa después del parto. Para los que aún no han caído en este pozo sin fondo, os aviso: una vez dentro, no hay escapatoria.

Todo empieza de forma inocente. Un alma caritativa (o ingenua) crea el grupo con la mejor de las intenciones: “Para estar informados de todo lo que pasa en la guardería”. Suena bien, ¿verdad? ERROR. Lo que en teoría iba a ser un canal de información útil se convierte en cuestión de días en un hervidero de mensajes, notas de voz interminables y debates más acalorados que una tertulia política en plena campaña. Los primeros días son de cortesía. “Hola, soy Eli, mamá de Gonzalo, qué bien tener este grupo para organizarnos”. “Gracias por crearlo, soy Laura, mamá de Valeria”. Todo son emojis, buenos deseos y promesas de no abusar del chat. Pobres ilusos.

En menos de una semana, el grupo es un tsunami de textos. A las 7:00 AM ya tienes 48 notificaciones porque alguien ha preguntado si mañana hay que llevar babero azul o verde. Y claro, todo el mundo opina. Algunas madres empiezan a mandar fotos de los niños desayunando. Porque sí, porque el mundo necesita ver cómo mastican galletas. Siempre hay un grupo disidente que se organiza en paralelo. ¿Motivos? Cualquier tontería: que si la profesora tiene manía a los niños, que si a unos les dan más galletas que a otros, que si alguien ha osado llevar un disfraz de pirata en vez de vaquero el día de la fiesta. Aquí nacen las verdaderas guerras del grupo.

“A mi niño le han quitado el juguete en clase y no le han dicho nada al otro niño, ¿os ha pasado?”. Y ahí empieza el drama. Comentarios indignados, capturas de pantalla de la normativa de la guardería y, si la cosa se pone fea, una carta a la dirección pidiendo justicia. En un momento de lucidez, algún padre (normalmente un papá que no ha hablado en todo el chat) decide salirse sin decir nada. Y ahí empieza el juicio público: “¿Por qué se ha ido? ¿Qué ha pasado? ¿No le gustamos?”.

Después de meses de caos, todos asumen su destino. Ya nadie lee todos los mensajes, solo entran cuando es estrictamente necesario, y las notificaciones se silencian de por vida. Los grupos de WhatsApp de la guardería no son un medio de comunicación, son un experimento sociológico. Si ya estás dentro, resiste. Si aún no has entrado… huye mientras puedas.