Los profesores que amenazan con partes: expertos en ajedrez mental

Todos los que hemos pasado por el sistema educativo conocemos a este espécimen: el profesor que amenaza con partes como si fuera el sheriff de un pueblo sin ley. No es un docente, es un justiciero con boli rojo, un juez del comportamiento infantil que cree que su mayor arma de control es un trozo de papel con el poder de joderte la tarde.

No importa la falta. Puede ser algo grave, como lanzar una goma a la nuca de tu compañero, o una chorrada cósmica, como bostezar sin taparte la boca. Lo importante es que siempre te lo advierten. “Como sigas así, te pongo un parte.” Una frase con tanto impacto emocional que podría tatuarse en la frente de toda una generación.

Pero, vamos a ser sinceros, el profesor amenazador de partes nunca los pone a la primera. No, no, el cabrón juega al ajedrez mental. Se pasa la clase avisando, generando tensión, esperando el momento perfecto para soltar la bomba. Y ahí estás tú, con el alma en vilo, pensando: ¿Lo hará? ¿Será hoy el día en que mi expediente se manche con tinta maldita?

Luego están los alumnos veteranos, los que han sobrevivido a múltiples partes y ya les da todo igual. Esos cabrones se ríen en la cara del peligro. “¿Un parte? Bah, otro más para la colección.” Porque, al final del día, todos sabemos la verdad: un parte no sirve para una mierda.

¿Qué pasa cuando te ponen uno? Pues depende. Si tienes padres relajados, ni se enteran o lo usan de posavasos. Si tienes padres con la vena de la educación militar, te espera un interrogatorio digno de la CIA. Pero el profesor sigue convencido de que es su mejor herramienta disciplinaria.

Y ojo, hay algunos que se ponen creativos. “Te pongo tres partes y vas directo al director.” Dios santo, el fin de una era. ¿Pero qué va a hacer el director? Pues nada, mirarte con cara de me importa un carajo mientras finge que se toma en serio la gravedad del asunto.

El problema de estos profesores es que creen que el miedo es la base de la disciplina, cuando en realidad lo único que generan es inmunidad. Llega un punto en el que los alumnos dejan de temer los partes y empiezan a coleccionarlos como cromos. ¿Qué viene después? El exilio al pasillo. El castigo más absurdo jamás creado. Porque, claro, si tu problema es que el alumno no atiende… mandarlo al pasillo, donde ya ni siquiera puede oír la clase, tiene todo el sentido del mundo.

Así que, estimado profesor que amenaza con partes, aquí va un mensaje: o los pones o te callas. Porque si no, con el tiempo, tu amenaza se vuelve más inofensiva que un “luego hablamos” de tu madre. Y eso, amigo mío, es perder la guerra antes de empezar.